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  • En s ntesis el mundo se encuentra en un

    2018-11-05

    En síntesis, el mundo se encuentra en un parteaguas. Hay fuerzas que intentan el regreso con pocos retoques al sistema económico del pasado, frente rapamycin price aspiraciones –aún desprovistas de fuerza política– para alcanzar algo sustancialmente mejor, con seguridad y progreso para todos. Sería ingenuo esperar una rápida y, sobre todo, homogénea recuperación económica y social del mundo. Son tantos los frentes abiertos, tan poderosos los intereses afectados, que su asimilación enfrentará dilaciones, avances y retrocesos inevitables. Las trabas y enfrentamientos políticos tardarán en disolverse; estarán enraizados en problemas y aspiraciones disímbolas de los distintos países y regiones que dificultan amalgamarlos en estrategias cooperativas. Habrá que aguardar la aparición de condiciones propicias entre las potencias líderes que lleven a estructurar nuevos paradigmas universales y, luego, a que se trasminen a otras latitudes. Entre tanto, hay probabilidad alta de que el mundo vaya subdividiéndose en bloques con visiones discordantes y que los costos del ajuste de la crisis global y de su corrección recaigan desproporcionadamente sobre los países económicamente más débiles. Un tercer escenario, no del todo imposible, consistiría en la recaída en otra crisis global que fuerce al mundo a salir del letargo decisorio prevaleciente, aunque multiplique los costos sociales a pagar.
    Al mediar el segundo decenio del siglo –los – los análisis de la perspectiva inmediata de la economía global, en especial los publicados en 2012 y la mayor parte de 2013, tuvieron como denominador común la preocupación sobre la forma y el grado en que la reducción de la tasa de crecimiento de China afectaría, sobre todo en el corto plazo, al resto del mundo, en particular a las demás economías emergentes, muchas de ellas con estrechos vínculos económicos con ese país. Se sabía que más que un fenómeno cíclico, esa moderación resultaba del llamado “rebalanceamiento” estructural; es decir, de políticas deliberadas para fundar la economía más en el consumo privado y el mercado interno que, como desde el inicio de la reforma y apertura, en la inversión y las exportaciones.
    Introducción Al inicio del tercer año de la administración de Felipe Calderón (2007–2012) existía la impresión, lo mismo entre los especialistas financieros que entre los inversionistas internacionales, de que la reforma energética aprobada por el Congreso en noviembre de 2008 había sido una muestra de coordinación en dos ámbitos: al interior del poder Ejecutivo, y entre los poderes Ejecutivo y rapamycin price Legislativo. Asimismo, se esparcía la idea de que Petróleos Mexicanos (Pemex) había dado un paso considerable hacia su autonomía de gestión y financiera. Paralelamente a endergonic esta visión, se hizo evidente que, a medida que se fueran poniendo en práctica los cambios legislativos, no se resolverían los problemas que aquejaban a la industria petrolera, por lo menos desde los años noventa del siglo xx, y hacia cuya resolución se había dirigido la reforma. Por el contrario, a partir de 2009 se empezaron a infringir a México una serie de costos sobre los que tanto el Ejecutivo como el Senado de la República, generador el primero de la propuesta y revisor y redactor final de ella el segundo, no previnieron a la sociedad. Tales costos, enmarcados en las ambigüedades y el lenguaje críptico del sistema político mexicano, son lo suficientemente preocupantes como para acrecentar la duda que ya tenía el país respecto al verdadero beneficio que pueden darle las reformas estructurales, no porque en sí mismas sean vacuas, pues las experiencias de otros países demuestran su enorme utilidad en materia de atracción de inversión extranjera, promoción del comercio exterior, industrialización y por tanto impulso al crecimiento económico y a la generación de empleos formales, sino porque la administración pública de México no ha mostrado capacidad para hacer que se materialicen en progreso tangible y que los recursos que por una parte se requieren para su instrumentación y por otra se generan cuando entran en operación se transparenten y distribuyan equitativamente. Por el contrario, una y otra vez se han magnificado sus beneficios y se han tenido que justificar sus magros resultados.