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  • En apareci en la revista el asombroso texto

    2018-11-13

    En 1993, apareció en la revista el asombroso texto “The Five Sexes: Why Male and Female Are Not Enough” de Anne Fausto-Sterling sobre la extraña presencia de indicadores biológicos de los dos sexos en ciertos cuerpos. Para ese entonces, el movimiento intersexual había comenzado a perfilarse como una revuelta en contra de la tendencia histórica que colocaba al hermafrodita como el monstruo, el anormal, el criminal, el enfermo.
    El propósito de este artículo es analizar ciertas reformulaciones del concepto de género ante los desafíos que han lanzado algunos movimientos de diversidad sexual. Mi análisis se centrará específicamente en el movimiento político a partir de las reflexiones a las que he Z-YVAD-FMK llegado en otra investigación que tiene por objeto comprender el proceso de toma de decisiones que acompaña las intervenciones quirúrgicas y hormonales a las que se somete a niños y adolescentes . En principio, es necesario aclarar que existen distintas formas de militan- cia y que no todas asumen los mismos presupuestos ni las mismas pautas políticas. A partir del trabajo pionero de la Intersex Society of North America (), fundada en la década de los 90 por Charyl Chase, surgen otros activismos políticos en diversos contextos regionales, entre los cuales vale la pena destacar el que han desarrollado activistas de América Latina. Para los fines de este artículo, sin embargo, no voy a ocuparme de los enfrentamientos entre los distintos grupos, sino de las demandas y formulaciones más generales que les son comunes. Comenzaré contextualizando el debate en torno a la denominación y las divergencias entre las definiciones médicas y aquellas que proponen los activistas. En seguida analizaré, por un lado, el surgimiento de la intersexualidad como tema de investigación en el campo de los estudios feministas y, por otro, la manera en que las reivindicaciones del movimiento ofrecen nuevos elementos para pensar el debate acerca del sexo y el género al cuestionar el uso del concepto de en los propios estudios feministas. Finalmente, mostraré los efectos de estos cuestionamientos en lo que se refiere en particular a mi investigación. El problema de la nomenclatura El término intersex lo utilizan tanto médicos y psicólogos como activistas del movimiento social intersex. Con todo, los presupuestos y el contenido de sus definiciones son claramente divergentes. De acuerdo con la bibliografía médica anterior al Consenso de Chicago, los estados intersexuales pueden dividirse, de manera general, en cuatro grandes grupos: pseudohermafroditismo femenino (presencia de ovarios, sexo cromosómico 46xx, genitalia interna considerada femenina, y genitalia externa ambigua); pseudohermafroditismo masculino (presencia de testículos, cariotipo 46xy, genitalia externa considerada femenina o ambigua); disgenesia gonadal (presencia de gónadas disgenéticas, o sea, con alteraciones) y hermafroditismo verdadero (presencia de tejido ovariano y testicular) (Freitas, Passos, Cunha Filho 2002). Por su parte, los grupos de activismo intersex, comprometidos con la lucha por el fin de las precoces cirugías correctoras de genitales denominados ambiguos, ofrecen otra definición del término intersex. De acuerdo con la isna: A través de esta manera distinta de pensar la intersexualidad, se busca contrarrestar su patologización (y, en consecuencia, provocar un cambio de actitud en lo que se refiere a peripheral nervous system las intervenciones quirúrgicas en los cuerpos de los menores intersex), a medida que se amplía el abanico de significados que el término puede abarcar. Esto es así porque existen situaciones que, aunque no estén comprendidas en las definiciones médicas de estados intersexuales o dsd, pueden entenderse como variaciones en relación con el padrón dicotómico masculino/femenino legitimado socialmente. Según Alice Dreger (2004), se instaura de esta manera una confrontación entre el modelo de intervención vigente (basado en la lógica biomédica y, según ella, centrado en la cirugía y en la orientación) y el modelo de intervención que proponen los activistas (centrado en los pacientes). Mientras que el modelo biomédico considera la intersexualidad como una anormalidad anatómica rara que debe ser corregida de inmediato, el segundo modelo percibe los cuerpos intersex como variaciones de la norma. Así pues, los activistas reivindican la diferencia como posibilidad y no como patología.