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    2019-05-24


    Descripción de las variantes Las variantes en los dos poemas estudiados a veces son leves: puntuación, acentuación o actualización de la ortografía. Pero cuando las acotaciones implican cambio de léxico o la sustitución de una parte o de un verso completo, constituyen un problema textual que ayuda a comprender la intención poética de Pellicer. En este sentido, los cambios textuales que fijan el tránsito de los manuscritos a la edición príncipe, se pueden explicar como el trabajo de un poeta que busca mejorarlos antes de la versión definitiva. El texto palbociclib de la edición príncipe deHora y 20 tiene un mínimo de erratas, por lo mismo, su nivel de depuración permite establecer con precisión qué movimiento han seguido los dos poemas, desde su versión manuscrita hasta su primera impresión en 1927. En cuanto a “Variaciones…”, es claro que el vaivén de sus acentos: «Y fué» M1 «Y fue» M, mp, a (v.16); la modernización de nombres propios: «Athenas» «Atenas» mp, a (v.58), «Saróniko» «Sarónico» mp, a (v.79); la corrección de signos exclamativos: «¡El mar» «El mar» M, M1 (v.51), no modifican su sentido textual. Después de estudiar las partes legibles del manuscrito de “Variaciones…”, es posible asegurar que Pellicer escribió una larga serie de 234 endecasílabos; sin embargo, en el mecanoescrito hizo mutaciones importantes en el metro de trece versos, lo que deja entrever, en la versión publicada, el resultado de una poética personal. De modo que el ritmo caudaloso de su movimiento interno, encadenado a los 221 endecasílabos rimados, casi consecutivos, que le sirven de estructura, hace patente el tránsito de su libertad expresiva. Pellicer descartaba el uso de la rima fácil, sin mérito, y daba firmeza, personalidad a “Variaciones…”, alterando su res métrica; esos cambios los lograba sin disminuir el ímpetu del ritmo ni la condición melódica del poema. Esto se advierte en el cambio ejercitado en el v. 19. En M se anota: “del último pañuelo despedido”, en M1 el sintagma se reduce al heptasílabo: “del último pañuelo”. Es notoria la mudanza; un endecasílabo trivial que rimaba con “corbatas a los muelles del olvido” (v. 21), propicia la escritura de un terceto más sobrio. Similar propósito se deduce de “El Vía Crucis fecundo” (v. 196), heptasílabo notable que en M era un endecasílabo previsible, sin fuerza imaginativa: “El sangriento Vía Crucis padecido”. Pellicer parece desconfiar de las construcciones poéticas naturales; su poesía se ajusta a heterozygous lo que Borges dijo de Oscar Wilde: “La métrica de Wilde es espontánea o quiere parecer espontánea” (Borges: 84). En efecto, la crítica destaca la fluidez expresiva del poeta mexicano; pero, más allá de su aparente sencillez, su obra perdura porque ha sido sometida a una revisión perspicua, como lo prueban las modificaciones de la res métrica que ayuda a filiar varios versos de “Variaciones…” en el paso que va de M a M1. Estaba equivocado José Luis Martínez cuando señaló que, “su exuberancia y su facilidad lo hicieron desigual y despreocupado del pulimento. Es un poeta de pasajes maravillosos más que de poemas perfectos” (Martínez: 45). Él no era ingenuo y conocía la tradición de la poesía hispánica. Así, pues, la historia de la versificación española indica que la combinación del heptasílabo con el endecasílabo obedece a una perspectiva estilística que comenzó a gestarse en el Renacimiento: “En el segundo periodo de su historia el heptasílabo es una importación de Italia. Como pie quebrado del endecasílabo italiano en la canción petrarquista y en otras formas italianas, se emplea regularmente, a veces más, a veces menos, desde Boscán” (Baehr: 100). Ahora bien, la poli-metría del poema, que está tejido con versos de 4, 7, 11 y 14 sílabas, es una herencia modernista: “La combinación de versos impares, de 5, 7, 9 11 y 14 sílabas, fue usada con frecuencia en silvas métricas modernistas rimadas, como Marina, de Rubén Darío” (Navarro Tomás: 384). Pellicer buscaba ese tipo de flexibilidad técnica. Por lo demás, la silva modernista también admite versos pares: hay un tetrasílabo en “Variaciones…”. La destreza con que Pellicer eslabonó metros y ritmos para escribir su silva, permite rechazar la imagen del poeta natural, desprevenido, y pone en evidencia el trabajo de un creador que, sin mayor ostentación de su genio, dominaba el arte poético de su idioma.